En uno de sus escritos, Santa Teresa cuenta cómo un ángel le atravesó el corazón con un dardo de oro, que representa el amor divino. La escena de la escultura del Bernini recoge el momento en el que el ángel saca la flecha, y la expresión del rostro muestra los sentimientos de Santa Teresa, mezcla de dolor y placer. Según sus propias palabras:
"Veíale en las
manos un dardo de oro largo, en la punta del
cual me parecía ver un poco de fuego. Este me
parecía entrar en el corazón y algunas veces me
llegaba hasta las entrañas. Al sacarle, me
parecía que las llevaba consigo y me dejaba toda
abrasada de un amor grande por Dios. El dolor
era tan grande que me hacía gemir y, por tanto,
la suavidad de ese dolor excesivo era tal, que
me era imposible querer quitármelo. El alma no
esta satisfecha en un momento tal que por Dios y
por El solo. El dolor no es físico, sino
espiritual, aún si el cuerpo tiene su parte. Es
una caricia de amor tan suave que se hace entre
el alma y Dios, que yo le pido a Dios en su gran
Bondad de hacérsela sentir a aquél que puede
creer que yo miento"
(Detalle de la
escultura del Bernini, Italia)