Reseña histórica de José María Vargas Vila
nació en Bogotá, en una familia de ideas radicales, el 23 de julio de
1860. Murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933. Hizo sus estudios
primarios y secundarios en Bogotá. Desde muy temprano participó en
luchas políticas como periodista, agitador y orador. El panfletario huyó a Venezuela
y se estableció en Rubio, donde fundó el periódico "La Federación". El
gobierno de Colombia, mediante presiones y protestas, logró que esta
publicación fuera clausurada por las autoridades de Venezuela. Vargas
Vila se trasladó a Maracaibo y allí inició la producción de sus primeras
novelas, que publicaba y vendía en forma de folletos, por entregas. En 1891 viajó a los Estados
Unidos y se radicó en Nueva York, donde muy pronto entabló relaciones
con muchos exiliados latinoamericanos, intelectuales y conspiradores.
Allí Vargas Vila fundó
y redactó la revista "Hispanoamérica" y el diario "El Progreso". Allí se
publicó también su libro "Los Providenciales", feroz diatriba contra los
arrogantes caudillos y dictadores latinoamericanos. En 1893 viajó a Venezuela donde
el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Pero esto duró
poco, pues Crespo fue derrocado y Vargas Vila debió regresar a su exilio
en Nueva York. Vargas Vila se fue a vivir a
París, donde se habían refugiado tantos brillantes escritores
latinoamericanos (Rufino Blanco Fombona, Enrique Gómez Carrillo y muchos
otros). Con ellos estableció relaciones de amistad personal e
intelectual, al mismo tiempo que continuaba publicando artículos,
ensayos, novelas, narraciones y panfletos políticos. En Nueva York, a
donde regresó en 1902, fundó la revista "Némesis", que pronto se hizo
muy famosa. Él la escribía y editaba íntegramente y en sus páginas
pueden hallarse las más finas y las más terribles de sus frases de
combate. Nuevamente establecido en París,
continuó allí la publicación de "Némesis". Pero su vida personal había
llegado a un punto crítico. Era intelectualmente admirado pero su vida
privada era inestable. La neurosis comenzó a manifestarse en forma de
actitudes agresivas e intolerantes, incluso hacia los propios amigos que
lo estimaban y admiraban. Su médico le indicó que debía cambiar de
aires. Se fue a vivir a Venecia. Su estadía en París (1904) fue
muy breve. El gobierno de Nicaragua lo llamó a cumplir funciones
consulares en España. Pero Vargas Vila no era hombre de cargos
diplomáticos; pronto regresó a su trabajo creador. Se puso al frente de
la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid
se asentó en Barcelona. Fue allí donde se inició, por acuerdo con la
Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas. Este fue uno de los grandes
éxitos editoriales de esos años. Vargas Vila llegó a gozar de ingresos
muy considerables gracias a esta edición. Su popularidad como escritor
era inmensa. Su nombre no se mencionaba (ni se menciona hoy) en las
antologías, en las historias de la literatura o en los artículos de
crítica literaria. Pero sus libros circulaban en las tabernas, en los
corredores de las universidades, en las herrerías, en las oficinas de
comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de los
servicios públicos, en la clientela de las peluquerías y de las
carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro
de la cultura popular en Nuestra América. Vargas Vila hizo una gira por
América Latina en 1923. Visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro,
México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy
agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Fue al final de esta gira, en La
Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su
vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a
Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa
soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Murió en
1933, cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra
civil española. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo
leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un
maestro. Escribió narraciones, novelas,
relatos de viaje, obras de teatro, notas de historia y de estética,
conferencias, artículos de crítica y ensayos políticos. En todos ellos
campea el amor por la libertad y la pasión por la justicia social. La obra de Vargas Vila
abarca unos cien volúmenes. |